SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

El imponente aparato económico-institucional capitalista da la medida del necesario esfuerzo socialista.-

 

Cuando el capitalista comenzó a descomponer en sus movimientos más sencillos el trabajo de la modista, y encargó uno de éstos –pegar botones- a un trabajador, para que solo hiciese eso, y a otro encargó el diseño de los vestidos, estaba haciendo un modelo de creación de tareas y de distribución de las mismas entre los trabajadores, que solo buscaba la forma de obtener un producto que le proporcionara la mayor ganancia.

Cuando consiguió la máxima simplicidad en los movimientos, y ajustó estos, de modo que fuese proporcional el número de trabajadores de cada tarea al ritmo de la misma en relación con las demás y sus respectivos número de trabajadores y ritmos; cuando consiguió ésto, comenzó a sustituir trabajadores por máquinas, con el consiguiente cambio de tareas (ya que no es lo mismo pegar botones que estar a cargo de una máquina que pega botones) y ajuste de ritmos y número de trabajadores.

Una vez ajustado este aparato complejo, montado paso a paso, afinando cada movimiento a su finalidad de producir ganancia a su propietario, es cuando podemos observar en toda su realidad, el problema del comunismo.

Este aparato productivo, preparado a partir del siglo XVI, pero montado y afinado en el último siglo y medio, es la herramienta que manejan diariamente en Europa hoy, millones de trabajadores; arropado, este aparato, por un imponente aparato institucional, cuya finalidad, como sabemos, es reproducirlo en las mejores condiciones.

Este conjunto de aparatos, produce, con su funcionamiento, en los trabajadores que los manejan, un tipo de conocimiento (de “cultura”, se diría), que se corresponde con la organización interna de los mismos, así como con su finalidad.

Organizadas las tareas en escalones jerárquicos, sólo la cima recoge el conjunto de todas ellas, controla su funcionamiento global y domina su significado. Esta cima, decíamos, es la que se apropia de la sabiduría, del conocimiento, de la experiencia del conjunto. El resto, realiza un trabajo parcial, limitado, que no tiene sentido en sí mismo; es un trabajo, una práctica ciega desde el punto de vista teórico; de forma que su realización no produce conocimiento alguno; no conoce el sentido de su trabajo, no puede extraer consecuencia alguna.

Este tipo de aparato, que separa al trabajador del resultado de su trabajo, que lo separa del manejo técnico de los medios con que lo realiza, y que lo priva del conocimiento que produce cualquier práctica, es el original del cual saca una copia para funcionar cualquier cooperativa que inicie su actividad.

Antes de dar sus primeros pasos, ya había efectuado un cambio fundamental en el modelo: ahora el propietario de los medios de trabajo, es el conjunto de los mismos trabajadores.

El cambio es importante, porque se trata nada menos que de abandonar el campo del capitalismo, y entrar en el terreno del trabajo en cooperación por cuenta propia. Y ese campo es el del socialismo. Se acabó la ganancia para el empresario como guía de toda la actividad.

Decíamos que ahora se entiende mejor el problema del comunismo, porque, a la vista del tipo de organización que da al trabajo el capitalismo, el tipo de aparato productivo que crea, el volumen y extensión mundial que alcanza; a la vista del tipo de instituciones que crea para su reproducción (ejércitos, policía, aparatos informativos y educativos, aparatos gubernamentales); a la vista de todo ello, se puede comprender la tarea, en extensión y profundidad, que se presenta a un movimiento obrero que pretenda tirar adelante una tarea, un conocimiento y un proyecto comunista

 

Conociendo estos modelos de organización del trabajo por cuenta ajena, y el modelo de organización de los aparatos o instituciones que le dan soporte, se puede emprender un trabajo teórico que desbroce el camino en la práctica del cooperativismo, del camino en la construcción de la producción socialista.

Ya hemos visto que éste fue el camino recorrido por Marx en su estudio del capital. Así se montó la producción capitalista, ¿cómo la montaremos nosotros?; esta parece ser su invitación. El no era un obrero, él era un teórico, un teórico de la práctica obrera.

Los primeros pasos teóricos tendrían que referirse a las cuestiones más gruesas.

Por ejemplo. Si los capitalistas crearon, y crean, sus empresas, es decir organizan el trabajo de los obreros, para obtener ellos una ganancia, ¿para qué se crean las cooperativas? ¿cuál es su finalidad?.

Para que la ganancia sea para los propios trabajadores. Esta seria la respuesta más rápida.

Esta respuesta, sería el reflejo en la teoría, de la situación en la práctica. Es decir, si se parte de que la cooperativa es una empresa como las demás, sólo que la ganancia se reparte entre los trabajadores, es lógico que se dé la respuesta anterior. Esto es señal de que la ganancia es lo que los trabajadores tienen en la cabeza, porque es lo que ven en la práctica.

O sea, aún no se ha distinguido bien, lo que es un modelo socialista de organización del trabajo, de lo que es el modelo capitalista.

Otra cuestión teórica se referiría a si el nivel de los “salarios” del cooperativista deben ser, o no, superiores a los del convenio colectivo del sector correspondiente. Esto es señal de que, en la realidad diaria de esa cooperativa, aún se maneja el modelo de relaciones de la empresa capitalista.

En todo caso, establecido ya, que el paso inicial y fundamental, es conseguir la propiedad de los medios de trabajo y los productos elaborados con ellos, por los propios trabajadores, en el mayor número posible de empresas y sectores. Existe otro importante paso, aunque no es tan visible, ni tan fácilmente comprobable, ni tan unánimemente defendido y comprendido en los medios cooperativos.

Se trata de algo que ya hemos visto, pero éste es realmente su lugar teórico.

La división técnica de las tareas, y la distribución de las mismas entre los distintos trabajadores, ha ido creando y se han ido solidificando una serie de  grupos profesionales, categorías, niveles, que han formado lo que antes hemos descrito como una pirámide, en que la parte alta se reservaba las tareas de coordinación y mando, que proporcionan una mayor adquisición de conocimientos y unos salarios más altos, mientras que en la parte baja quedaban las tareas más simples, más alejadas de la comprensión y la responsabilidad en la obtención del producto, al tiempo que perciben los salarios más bajos.

Este tipo de ordenación práctica del trabajo obedece a un doble motivo: la finalidad buscada –la obtención de la máxima ganancia por parte del empresario-, y el hecho de que el propio empresario, en la búsqueda de esa ganancia, es quien ha ido ensayando las modalidades que mejor respondían a la finalidad perseguida, sin contar para nada con la participación de los trabajadores.

Debe entenderse, de modo paralelo, que cuando se plantee un cambio en la organización del trabajo (bien sea técnico o de ordenación del personal) en una empresa cooperativa, el interés del propietario será el que decidiría si se lleva a cabo, o no. O sea, nunca se decidiría una ordenación que diera lugar a la creación de una pirámide, donde la mayoría de los trabajadores quedara relegada a simples ejecutores de lo que propusieron y decidieron quien ocupa la cima de la pirámide.

Este es, sin embargo, el modelo del que se parte. Y tiene el máximo interés teórico para los trabajadores cooperativistas que lo reciban como una herencia envenenada, de la que hay que partir, pero sabiendo que el orden del trabajo que se recibe, no es un orden técnico neutro, que es así “porque así es como ha de ser”; sino con el conocimiento de que es fruto del ejercicio del mando, de la dirección técnica, de quien no buscaba un orden deseado por los trabajadores, sino un orden dirigido esencialmente a obtener la mayor ganancia posible para él. Apuntando a otro objetivo el conjunto de partes que compone una unidad de producción (una empresa), con el tiempo y la práctica, habrá un reajuste entre ellas que las adecue al nuevo rumbo buscado.

Volver al índice.

Enciclopedia Virtual
Tienda
Libros Recomendados


1647 - Investigaciones socioambientales, educativas y humanísticas para el medio rural
Por: Miguel Ángel Sámano Rentería y Ramón Rivera Espinosa. (Coordinadores)

Este libro es producto del trabajo desarrollado por un grupo interdisciplinario de investigadores integrantes del Instituto de Investigaciones Socioambientales, Educativas y Humanísticas para el Medio Rural (IISEHMER).
Libro gratis
Congresos

15 al 28 de febrero
III Congreso Virtual Internacional sobre

Desafíos de las empresas del siglo XXI

15 al 29 de marzo
III Congreso Virtual Internacional sobre

La Educación en el siglo XXI

Enlaces Rápidos

Fundación Inca Garcilaso
Enciclopedia y Biblioteca virtual sobre economía
Universidad de Málaga